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Mostrando entradas de 2016

Una carta para mi amado

Querido Redentor: Si pudiera verte un minuto... Ver tu rostro resplandeciente por sesenta segundos, creo que lo primero que haría seria caer a tus pies, totalmente rendida a ti, lloraría con todas mis fuerzas, temblaría, eso es seguro. Clamaría por tu perdón, imploraría por tu misericordia. Si hallo gracia delante de tus ojos, y no muero; si quedo viva después de presenciar al gran creador de todo lo que hay (visible e invisible), no haría nada más que alabar. No pediría nada más, no hablaría mucho, solo te adoraría. Te exaltaría con todo lo que soy. Tú mereces, tú eres digno de toda alabanza! Toda la tierra tiembla al sonar de tu nombre. El mundo entero, el universo entero, los cielos se sacuden al contemplar tu gloria, tu increíble majestad. Eres tan grande, Dios! Tan asombroso, tan magnifico. Todo emana de ti, es para ti y es de ti. Eres todo. Ser consciente de que tú, gran creador y redentor, me has escogido como hija tuya: Hija del Altísimo, es sublime. No lo concibo del todo

Rescatada de una muerte segura

Esta es la historia de una joven, nacida en el año del 96, rodeada de amor, de bendiciones y de gente amable. No era perfecta ni su vida tampoco lo era, pero no podía quejarse pues tenía lo necesario para vivir, lo que es menester e incluso un poco más de lo necesario y no había tenido que sufrir muchas incomodidades. Aun así sentía que le faltaba algo.  Creció. Cumplió 12 años. Edad suficiente como para comenzar a cuestionarse cosas simples de la vida: el color del cielo, los nombres de las personas, la política de su país, cosas comunes. Hasta que un día se cuestionó su propia existencia. Se miró al espejo , vio su rostro reflejado en él, sus ojos, sus labios, toda ella y no pudo entender por que estaba aquí, en este mundo. Sintió miedo y se alejó del espejo para dejar de ver el vacío que había en su propia mirada. Se preguntó por qué estaba aquí ¿Quién la puso aquí? ¿Qué debía hacer con esta, su vida? Y el tiempo siguió su rumbo después de esas reflexiones comunes que, al parec

Pero nadie escucha...

¡ Tu gracia me asombra!  ¡ Tu creación me cautiva, tu amor me deleita, tu poder me renueva! Tu bondad me da gozo.  ¿ Cómo puedo callar tu misericordia?  ¿ Cómo puede el mundo no creerte? Si le creen al mentiroso, al falso, al hombre,  ¿ Cómo podemos no creer al único que no miente? Eres un misterio revelado. Eres una obra terminada.  Quitas el velo que cubre los ojos de quien te place, das entendimiento a quien deseas, y permites que otros simplemente no vean, o al menos no hasta que sea su tiempo. Llenas de ricas bendiciones, das fortaleza al cansado y multiplicas las fuerzas al que no tiene ninguna. Nos permites seguir respirando un minuto más.  No lo haces por que haya en nosotros un buen corazón, ni por  que lo merezcamos, no lo haces por nuestras buenas obras, ni por los magníficos pensamientos que creamos que hay en nuestra cabeza. No, lo haces por amor.  ¡ Qué mayor prueba de amor! Lo haces por que te place, porque te nace, porque te gusta hacerlo. Porque eres el am

Tal vez muy en el fondo...

Las máscaras en las que nos escondemos son realmente increíbles y poderosas. Puedes usarlas por tanto tiempo que terminas adoptándolas a la figura y contorno de tu rostro. Incluso puedes llegar a sentir que la máscara que te cubre es tu rostro verdadero, pues ya ha pasado tanto tiempo desde la última vez que la dejaste de lado que has olvidado cómo luce tu semblante escondido detrás de ella.  Todos tenemos máscaras. Todos. Creo que el secreto de una verdadero amigo o de aquel que realmente ama, está en conocer a las personas que están detrás del antifaz; lograr quitar esos espejismos de apariencia y conocer el verdadero YO que se esconde en un recóndito lugar de su existencia. & al final de ello, al ver en un lugar con la iluminación suficiente, el aspecto y las facciones exactas de la persona que se escondía detrás de la máscara, amarla tal y como es. Ese es el secreto del amor. Implica amar, aceptar y respetar las cicatrices que ha dejado la vida en el semblante de aquella p