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La buena batalla

Yo misma me entristezco con mis actitudes. Hoy me siento carnal, ando en la carne y eso es evidente. Algo dentro de mí quiere buscar el rostro de Dios, pero hoy en especial, me parece más difícil. Leer cualquier libro me es una tarea sencilla. Puedo terminar un libro en una semana incluso, pero la Biblia es otro nivel... No es un libro cualquiera. La Biblia está viva. La Biblia es espíritu. Cuando NO ando en el espíritu, me parece imposible o muy difícil siquiera leerla, mucho más entenderla. 

     La vida es una guerra. Constantemente luchando porque tu alma se someta al espíritu. A veces no lo logro, a veces sí; quisiera poder lograrlo siempre.

    El ayuno es una herramienta para amortiguar los miembros del cuerpo y someter esta carne podrida a la voluntad del Espíritu, pero no siempre es tarea fácil.

    Dios mio, quisiera poder escucharte como Moisés y tener un corazón manso, dócil, humilde y obediente. Desgraciadamente no soy así, no como debería. Quisiera ser una adoradora de ti como tu siervo David, pero no lo soy. David tenía un corazón conforme al tuyo y el mio es perverso, sucio y egoísta. Quisiera andar en la virtud del espíritu y vivir por fe como tú, Jesús, pero no sé como hacerlo.

    No soy lo que tú deseas que sea y eso me entristece, porque te quiero. Mi alma te ama y siempre, constantemente te anhela y tiene sed de ti. Adorarte es una necesidad, pero no puedo. Yo quisiera, lo lamento. Perdón...

    Quisiera tener oraciones sinceras y genuinas de intercesión por otros y conforme a tu voluntad y espíritu, pero la gran mayoría de las veces termino orando por mí misma: ¡Vaya egoísmo! producto de esta carne podrida. Y al mismo tiempo recuerdo que tú me mandas amar a mi prójimo como a mí misma. 

    Mi única esperanza y anhelo es que tú, algún día, termines en mí la obra que has empezado y, así, el amor por los demás, la humildad genuina, la obediencia a tu voluntad y la adoración, fluyan de mí como consecuencia de una vida sometida a tu Espíritu.

    Mi espíritu anhela algún día volver a aquél de quien salió. Yo salí de ti, vengo de ti, soy de ti. Una vez leí que la adoración es simplemente regresar a Dios su propio aliento, y es cierto. Yo quiero ir a ti. Todo viene de ti y todo vuelve a ti. Prometiste que estaría contigo para siempre. 

    De alguna manera estoy consciente de que no necesitas un alma mala, perversa y egoísta en tu reino y es por eso que sigo de este lado de la eternidad. Sé que estás trabajando aun en mí, para llegar a ser como tú. Soy tu obra en construcción, soy tu barro, alfarero. Pero debo confesar que a veces me desespero. Sé que tú tienes todo el poder para cambiarme de la noche a la mañana o para, incluso, simplemente destruirme y terminar con el problema, con este humano que constantemente te ofende. Sin embargo, aquí estás: moldeando mi vida con paciencia y misericordia; haciendo de mí una obra de tus manos para tu gloria y tu deleite. 

   ¡Tú eres mi Dios! y siempre lo serás. Aunque mi carne se pudra en mí y quiera apartarme de ti, aunque mi corazón perverso produzca pestes contra ti. Tú eres mi Dios, y yo no soy digna de ti, no te merezco, no debería siquiera poder disfrutar de ti, de tu santidad, de tu espíritu en mí, de tu presencia, de las palabras de tu boca, de tu gloria, ni de tu creación; pero así eres tú: el Dios que ama sin esperar nada a cambio. 

    Tú eres mi Dios y mientras haya ese "algo" dentro de mi alma que anhela de ti, mientras esa pequeña llama que arde en el corazón, arda por ti y tu presencia; mientras tu espíritu dentro de mí, me impulse a buscar tu rostro, lucharé. Pelearé cada segundo de mi vida por ti, por un día estar junto a ti y decirte: "¡Lo hicimos! Finalmente todo terminó".
    
    Pelearé hasta el día en que esta carta solo sea un vago y borroso recuerdo de este lado de la eternidad que traiga yo a la memoria cuando me encuentre sentada a la mesa junto a ti, disfrutando para siempre de tu gloria <3

¡Aleluya!

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